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martes, 27 de agosto de 2013



Reseña crítica sobre Es tan difícil volver a Itaca de Esteban Valentino. 





Un viaje difícil, un itinerario desconocido, obstáculos y lo mejor de un regreso: la persona que nos espera.

Esteban Valentino cuenta con simpleza y ternura un drama que se convierte en desafío. Ya en la primera página conocemos a Eduardo, uno de los narradores, quien se encuentra dormido en estado de coma. Con palabras tan propias y cercanas a cualquier adolescente nos describe la entrañable relación con su madre y la pérdida de su padre.

Mónica, la mamá, es el otro punto de vista clave de esta historia que se desarrolla en la sala de un hospital, es la voz que llama, que arrastra, pero no tironea, para lograr la vuelta de su ser más querido. Es entonces que se proclama guía y recurre al arquetipo del héroe fiel que no se rinde y logra regresar.

Y así se entrelazan como un tejido, quizás el de Penélope, dos historias distantes en un mismo relato.

Para lograr su objetivo, Mónica comienza a relatar algunos episodios por los que tuvo que atravesar el griego a modo de incentivo y de ejemplo, para que su hijo, desde un sueño no tan lejano, obtenga las fuerzas necesarias y despierte.

El autor logra unir dos historias paralelas a través del cálido relato en la voz materna que resulta esperanza hasta el final más esperado.

El mensaje sobre el final es cristalino: la literatura nos recupera, nos ofrece modelos; y las personas nos valemos no sólo de los sentimientos sino también de las palabras y las historias para desembarcar en nuestros propios puertos .

Con recuerdos y emociones, un reino griego o los brazos de una madre, terminan resultando cercanos y posibles.








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